domingo, 4 de julio de 2010

Creencias Africanas… en Mozambique.

Muchas cosas me han provocado cuestionamientos, reflexiones… unas tantas frustraciones y aquella sensación de impotencia, de no saber bien a bien cómo hacer para asimilar… para entender, para superar… Muchas otras me han causado mucha gracia y me han fascinado. Hoy les cuento un poco sobre la superstición, que todos los días trae sorpresas.

Aquí he descubierto en el día a día cómo se vive la superstición… y el valor tan fuerte que tienen los curanderos y hechiceros. Creo que todo comienza desde las antiguas (pero no extintas) tribus africanas, que siempre encuentran un culpable para todo lo negativo que acontece en sus comunidades. Si alguien se enferma, si una casa se quema, si alguien sufre un accidente… si alguien muere: siempre hay otro alguien (o algo, como un espíritu) que lo provocó. Ahí comienzan las diferencias, las luchas, las venganzas, las guerras civiles… el MIEDO.

Hay creencias de todo tipo, por ejemplo: los niños no deben comer huevo porque se convierten en ladrones… o los hombres no son hombres hasta que tienen más de un hijo… y entre más hijos mejor… y si se puede con muchas mujeres: mejor aún. Creencias entorno al SIDA que más que asombrar me duelen… como que los hombres con el virus se curan teniendo relaciones sexuales con una mujer virgen (sin preservativo, por supuesto)… o que simplemente el VIH no existe y es puro negocio de los países desarrollados… Otras muchas creencias entorno a la carne de puerco y los musulmanes… recuerdo la que más me impresionó (y me causó gracia… confieso): “Cuando alguien está sufriendo de trombosis, hay que tirarlo al corral de un puerco, embarrarlo con manteca de puerco, o cualquier cosa que tenga que ver con un cochino… pues el espíritu que entra en el ‘enfermo’ es musulmán… y los musulmanes odian el puerco… así que con eso: el espíritu huye y la trombosis acaba”.

Aquí el miedo a la oscuridad, a los fantasmas, a las mujeres hechiceras que se convierten en hienas por la noche… a ser víctima de algún mal espíritu; son cosas muy comunes. Me cuentan leyendas, historias… me explican el porqué de muchos de sus miedos. Me advierten qué preguntar, y qué temas evitar. Es muy común que los niños y adultos lleven un cinto de cuero delgado, que tiene tres nudos debajo de la ropa… “es un trabajo de curandero, en cada nudo lleva medicina, y puede evitar enfermedades, curarlas, atraer personas, trabajo...” (los hechiceros y curanderos, como pueden ver: ¡tienen harta chamba!).

Pero déjenme les cuento un caso concreto que, sinceramente fue el que me inspiró a escribir hoy: Resulta que se perdió un papel en la oficina… un papel importante del carro… así que en automático se sabe que alguien lo robó con alevosía y ventaja… (Recordemos que aquí no se pueden perder las cosas… ¡siempre hay un culpable!) Así que el jefe dejó un recado a la vista de todos, pidiendo amablemente que se devolviera el papel antes de que la jornada de trabajo terminara. La jornada terminó… y nada. Yo tengo que decir que este tipo de cosas me emocionan… así que seguí de cerca el proceso… preguntaba aquí y allá… todo mundo con sus teorías, todo mundo consternado. Así pues se tomó una decisión en conjunto: “vamos con un curandero a que nos diga QUIÉN es el ladrón…” (nótese que el papel ya no importa… el ladrón es ahora el tema central…) Juntaron dinero entre ellos y fueron (no fui requerida, pues ya desde que soy blanca no entro en sus sospechas…!) a ver al dichoso curandero y solo una persona entró a verlo. Esa mañana se interrumpió la jornada de trabajo y se convocó a una reunión. A los 5 minutos de la reunión, salieron las mujeres. “Ya podemos regresar a campo, pues el ladrón es un hombre, así que las mujeres estamos salvadas…” La reunión continuó y al cabo de poco salieron todos, serios y con cara de no haber solucionado nada. Y no. Pero ya para este tiempo, las sospechas eran fuertes contra un colega… Después de unos días, fueron de nuevo a otro curandero… y ese fue el que confirmó las sospechas… y apuntó al antiguo sospechoso…. Con nombre y apellido… Así pues se pidió de nuevo que regresase el papel, ‘aquel que lo tuviese’… ¡y nada! (él asegura NO ser culpable, por supuesto) Para no seguir haciendo el cuento más largo… el supuesto ladrón, supuestamente amenazó al líder, diciendo algo así como “se va a arrepentir…” lo cual significa una de dos: Que no es culpable y ya se enojó, o que sí es culpable y hasta tiene apoyo más fuerte (de un hechicero potente, claro)… pero como aquí nos gusta el drama y hay que encontrar a un culpable siempre… todos tenemos que creer en la segunda opción. Pasan unos días, y el jefe tiene que salir de viaje en el carro… a arreglar los papeles que siguen sin aparecer… y antes de llegar a Maputo, capital, se le truena una llanta y se voltea en la carretera. No le pasó nada, solo un par de rasguños y el carro golpeado… pero, se imaginan eso… ¡Ahora ya no hay duda! Fue el joven con el apoyo de un hechicero potente, los que provocaron ese accidente. Y la cosa ya es personal, ya nos metimos en otros terrenos… El jefe regresa con miedo, no sabe si pedir cambio de plaza, pues este tipo de problemas no se resuelven… asegura que tuvo suerte, pues con certeza lo quieren matar…

Yo no sé si ese chico se robó o no el papel… yo no sé si el curandero vio algo en sus ojos… o si el verdadero ladrón le pagó al curandero y está haciendo todo este teatro para que veamos hacia otro lado… yo no sé, si alguien tiró por equivocación los papeles, y la llanta del carro estaba en mal estado… Simplemente no sé. Sé que el jefe tiene miedo, y puede quedarse así… o hacer un contra-ataque y seguir dando vueltas a esta novela sin fin… Pero en fin… Aquí el miedo y la incertidumbre son sensaciones cotidianas, y lo único que se sabe con certeza, es que todo es posible…

Así pues, voy aprendiendo cosas que no esperaba… y voy descubriendo un nuevo mundo de creencias que se esconde en los rincones africanos y me encanta, especialmente en el África Sub-Sahariana…. Y aquí en este rincón de Mozambique, donde tengo la dicha de vivir.

Va un abrazo cálido, desde un Inhambane lindo, fresco de invierno y lluvia. Abrazos y buenas vibras.

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