(escrito el miércoles 18 de Agosto 2010)
Aprovecho este ratito en lo que se llena la chapa en la que me encuentro (rumbo a una reunión en Nhapossa, una comunidad a unos 25 minutos en chapa) para contarles…
Qué día el de ayer…
Recuerdo alguna vez haber escrito sobre un grupo de señoras maravillosas que conocí a mi llegada…. Hace ya casi medio año, en una comunidad. Entre ellas conocí a Maria Jacinto… una abuela que en automático se quedó en mi corazón. Es simpatiquísima, tendrá unos cincuenta, o sesenta… nunca se sabe la verdad… pero es ‘abuela’ de la comunidad, es viuda, con un montón de hijos y vive sola.
Recuerdo bien aquél día que nos conocimos… estábamos sentadas en la arena, en una reunión en Madava (así se llama su barrio), municipio vecino de Jangamo. Ahí me di cuenta que no habla casi nada de portugués, y que está aprendiendo a escribir, pues es parte de un grupo de alfabetización para adultos de la comunidad. Maria Jacinto, escribió con el dedo en la arena… con una letra cursiva tan elaborada como legible… y ahí orgullosa me dice: “este es mi nombre…” yo me fasciné. Enseguida lo copié debajo, y luego escribí el mío, también con una cursiva medio complicada. Así, María comenzó a copiar mi nombre debajo de donde yo lo había escrito… pero me pidió que lo leyera, pues sólo sabe su nombre y todavía no consigue leer…. “Elizabeti” repitió con una sonrisa... Y desde ahí cada que nos vemos en el proyecto o allá dentro de las comunidades, nos abrazamos y nos reímos; yo le pido que me cuente del uno al diez en Inglés (pues aquél día la enseñé), ella me pide que le cuente del uno al diez en Guitonga (ella me enseñó a contar… fue mi primera maestra). Siempre que nos vemos me regaña porque no he ido a su casa… todo me habla en Guitonga… me encanta; ella me habla como si yo entendiera a la perfección; yo no puedo dejar de mirarla, me cae re bien.
Ayer para mi fortuna, le tocó su turno a la escuelita de Madava en la Campaña de Higiene… Así que por fin, después de todos estos meses… se dio el encuentro… y qué ENCUENTRO.
Madava es una comunidad maravillosa. Trabajan muy bien, y la mayoría de las personas (entre ellas mi María) se dedican a la pesca. Viven en la costa Este de la península, donde abunda el camarón, cangrejo, pescado… Todas las mujeres con las que trabajamos en el proyecto son súper activas y comprometidas, con todas ellas me llevo excelente.
Ayer que llegué a la escuelita, estaban todas ellas reunidas para tratar algunos asuntos de la comunidad. Nos saludamos con harto cariño y sonrientes comenzaron a observarme. Iba de capulana y lienzo en la cabeza (como las mujeres mozambicanas); me miraban y hablaban sin parar en Guitonga entre ellas, hablaban algo de mi cara, de mi cuerpo (están felices de que esté engordando… yo casi me muero cuando orgullosas me lo dicen como el mayor cumplido que existe… yo ya mejor me río…) después de risas y sonrisas y la ‘escaneada’ que me dieron de pies a cabeza, Reis, mi colega me tradujo: “Dicen que ya llegaste… ya estás en Mozambique; están contentas…” Uff… yo me sentí abrazada…
Así pues comencé la campaña con una sonrisota de oreja a oreja. Trabajé con 25 niños de la comunidad, nos lavamos las manos y los dientes todos juntos, cantamos y la pasamos bien. No hubo tantos casos de gingivitis como en otras comunidades, aunque me impresionó que todos los niños, se lavaran las manos con arena… así que yo les ponía agua y jabón, y ellos empezaban a hacer espuma y agarraban arena pa exfoliarse bien… de ahí los enjuagaba y les pedía una segunda lavada pero ahora sin arenita… quedamos bien limpios y la pasamos muy bien (aprovecho para decir GRACIAS de nuevo a los donadores de kits, ¡ay la llevamos!).
De ahí, me fui a disfrutar a mis “diosas de Madava” (como en silencio las llamo). De casa en casa, conversando, tomando té, comiendo mandioca en todas sus presentaciones… con un tour en Guitonga, comandado nada más y nada menos que por la mismísima María Jacinto recorriendo toda la comunidad. Me enseñaron a pelar coco con hacha, y hasta hicimos planes para la pesca de camarón ahora que llegue el calor…
En fin… fue un día maravilloso digno de recordarse… pues reencontrarse siempre abre los ojos, siempre enternece el corazón. Estas mamás que me vieron llegar, me han dicho que oficialmente estoy aquí, y eso confirma lo que mi corazón viene gritando: ESTOY AQUÍ, y estoy FELÍZ.
Desde AQUÍ, les mando un abrazo enorme, lleno de paz y bienestar… lleno de corazones maravillosos como el de Maria Jacinto, que cada día me recuerdan lo maravilloso que es andar a pie.