Con esta, serán tres las Navidades que paso geográficamente lejos de mi familia… la primera fue en 2005 y la pasé en el asilo de ancianos de Chínipas, Chihuahua (en la gloriosa Sierra Tarahumara) donde compartí con 17 viejitos el silencio, el cansancio, los dolores de la vejez y la enfermedad, y la segunda infancia… esa que llega con los últimos años de vida, esa que trae necedad, malos olores y humores, esa que me enseñó tanto y simplemente le dio un giro completo a mi Vida.
La segunda fue creo 2006 o 2007… en el sur. En aquél viaje maravilloso que hicimos Ana y yo. Saboreamos en sur; Chiapas, Veracruz… Navidad fue en San Cristóbal de las Casas, cenamos taquitos de pastor con dos niñas indígenas Chamulas, que para entonces ya eran nuestras amigas y cómplices en aquella aventura. Recuerdo perfecto que ellas pidieron jugo de naranja para acompañar sus tacos… y al final de la cena, nos regalaron una pulserita de las que vendían. Con ellas compartimos la risa, la alegría, la vergüenza y la curiosidad… las preguntas de adolescentes y la simplicidad de la vida indígena… la cultura y la dignidad.
Así la tercera será aquí; Inhambane, Mozambique. El plan es estar. Tendremos una mini cenita húngaro/brasileña/mexicana, donde los tres (Isabela, Barna y yo) estaremos. Ya busqué unas ramas de pino africano para hacerla de arbolito, ya desempolvamos recetas… eso para Nochebuena. Pero el plan del 25 es aún más lindo: estaremos con 32 niños huérfanos en la playa de Tofo durante todo el día. Ya organizamos para aprovechar el momento (y la nostalgia de que la campaña ya terminó) y hacer una edición más de nuestra Campaña de Higiene con ellos. Algo así como la ‘gira del adió’ jeje. Ya está listo el material y las ganas no se diga… así pues creo que con ellos compartiremos la realidad mozambicana, con algunos la tristeza y el dolor del VIH/SIDA, con otros la rebeldía de adolecer, con TODOS las maravillosas SONRISAS africanas.
La verdad es que no me puedo quejar. Claro que extraño a mi familia y mucho. Claro que ya me anda por ver a todos, por respirar aire mexicano, por abrazar… Pero esta vez decidí así y aunque es la vez que más lejos estoy de casa… esta vez me siento más cerca que nunca.
Les deseo una Navidad simple, sin mucho ruido de conflictos, desentendidos o tristezas. Una Navidad tranquila, donde abracen a los que están cerca… y ya. Donde por unos segundos cierren los ojos y vean pasar otro Año maravillosos, lleno de crecimiento, lleno de Vida… Donde se detengan y le den GRACIAS al Patrón por lo afortunados que nos ha hecho.
Un beso enorme, un abrazo apretado y muchas sonrisas para este último empujón del Año, que se despide… y más sonrisas para la bienvenida al siguiente, que seguro viene completo y extraordinario.
Mucha Paz.