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Ahora el sistema de escribir ha tenido que cambiar un poco. Es bueno cambiar, hemos de adaptarnos despacito… total, cuál prisa ¿no?
Ahora llevo mi cuadernito de Mickey que conseguí en una tienda de chinos; así si el momento se acomoda, me pongo a relatar un poco –como ahora-, y cuando logre dar con internet, lo subo al blog.
Me encuentro sentada bajo uno de tantos cajueiros (anacardo en español… aquél árbol que da caju una fruta sabrosa que de rabo tiene lo que después de un proceso de secado y tostado, serán las sabrosas castañas –o nueces en forma de cuernito…). Estoy en una comunidad llamada Guiúa, sola…
Resulta que venía con unos de los líderes de área (mi colega del proyecto) en moto a visitar unas comunidades y de pronto se paró frente a este árbol diciendo… “pineo, pineo…”: se nos ponchó una llanta. “Estábamos tan cerca” me dijo…
Así que quitamos la llanta, pusimos una piedra bajo la moto y me dio instrucciones precisas: “usted se queda aquí… yo voy a arreglar la llanta y vuelvo. Esperó a la próxima chapa, intercambiamos teléfonos y se fue.
Por eso me dispuse –por primera vez- con calma a escribir y relatar la aventura de hoy.
Mientras espero: he visto pasar mujeres cargadas de kilos de leña en la cabeza, que amablemente preguntan si estoy bien. Familias que van rumbo a la ciudad, carros repletos de turistas rumbo al safari… y una abuela divina, que frente a mí recibió a su nietecita en la espalda (bien amarrada con la capulana), pues su mami tenía que ir a trabajar…
Pasan también las famosas chapas, repletas de gente. Hay algunas en las que lo único que se asoma son traseros de hombres y mujeres que no alcanzaron lugar… pero de todas formas tienen que ir. Así que se agarran de donde pueden, y semi-parados embarrados unos con otros, llegan a su destino. (Me detengo a contarles que además de mi bici, mi medio de transporte es también la chapa… y ya me tocó ir así… varias veces…)
Después de hora y media de espera… ubiqué preguntando (en mi Portugués que mejora y mi Guitonga (la primera lengua de las personas de esta región) que comienza; una tiendita. Ya me andaba de hambre, así que agarré los cascos, y la mochila de mi colega, es decir lo fácilmente robable… y me encaminé. No era muy lejos, todavía alcanzaba a ver la moto… cuando llegué: descubrí que ya no era tienda hacía mucho… así que acalorada y con la misma hambre, regresé a este árbol a continuar mi pleito con las moscas entrometidas y los mosquitos astutos… y esperar.
Esperar en Mozambique tiene un sentido único. La gente espera. Poco a poco descubro sus capacidades: esperar… es el pan de cada día. Esperan horas en el hospital para hacerse la prueba de la Malaria; horas para esperar el resultado; horas para la consulta; horas para esperar la chapa… horas ya en la chapa para llegar a sus destinos... Esperan.
Es un ritmo humano, no del tiempo; la prisa no existe… y ese es uno de los primero encontronazos que me he dado.
Luego de poco más de dos horas llegaron otros dos colegas en otra moto, y una me convidó unas galletitas de coco rete buenas que calmaron la tripa. Más tarde regresó mi compañero, arreglamos la moto y agarramos camino.
Fue un día de trabajo magnífico. Tuvimos una plática con mujeres y hombres de las comunidades en las que él trabaja. Son los representantes de los grupos de familias (GAL= Grupos de Acción Local. Con cada grupo se hacen actividades y se tiene mejor alcance hacia las familias… cada grupo es de 25 a 30 familias, y tiene un representante de cada una. Ahí tienen comités de huérfanos, de saneamiento, de educación, agricultura, etc… Cada Líder de Área tiene alrededor de 40 GALs… son 6 áreas… así que si los números no mienten, llegamos a 6,000 familias, aproximadamente)
La plática fue sobre los huérfanos y niños vulnerables. Yo hice migas con las señoras y me enseñaron algunas cosas en Guitonga… pues solo un par (de 35) hablaba portugués. Reímos, chismeamos… me pusieron capulana como ellas y planeamos nuestro próximo encuentro… me dejaron tarea en Guitonga, y yo a ellas en Español e Inglés (los números del 1 al 10). Fue un encuentro lleno de sonrisas y mucha Vida… al final del día… la espera tomó sentido… ¡valió la pena!
Un abrazo de esperas… que si bien desesperan todavía… poco a poco me van mostrando una nueva realidad. Una realidad donde lo importante dejó de serlo… donde el tiempo no figura, y donde río mucho…
¡Paz para todos!