jueves, 25 de febrero de 2010

Se me acabó el veinte...


Ahora sí.

Mi maleta está hecha... tardé todo el día en hacerla, metiendo y sacando... imaginando... pesándola... ¿y es que cómo empaco TANTO? ¿Dónde meto todo lo que en estos seis meses se ha clavado en mi corazón? Estoy a menos de tres horas de iniciar mi nuevo viaje... El Viaje.

No sé, hay muchas cosas rondando mi corazón. Sólo sé que estoy agradecida hasta la médula... que estos seis meses le han dado a mi Vida unos tonos inimaginados, colores nuevos, sabores, sabores y sorpresas...

Terminé la semana con mi gira del adiós... Visitando y dando gracias a esas personas que con sus Vidas maravillosas me acompañaron en este caminar. Visité a mi amiga Eunice (esposa de mi gran amigo Jef)... cocinamos juntas, nos reímos, chismeamos... tortillas, mole, arroz mexicano... todo con un toque de Caribe.

Luego visité a mi amiga entrañable, Ann Marie... una vez más me deleité con un Atlántico imponente, que me regaló brisas de esperanza. Conviví con sus hijas y toda su familia... hice yoga en el techo de su casa, con una vista indescriptible.

Acompañé a la gran Verona en la cosecha de Cassava... día arduo de trabajo, una tonelada... compartí un pan bajo el Sol abrazador y un trago de agua con ella y sus secuaces... fue mágico. Terminé trepada en un camión encima de costales de cassava... diciendo adiós al Este de la Isla... agotada pero feliz.

Regresé por última vez a Kingstown... donde comí el mejor plato de comida local con el Rasta sabio... sola, a gusto, degustando y disfrutando los últimos olores de sal.

Acampé bajo la luz de la Luna... Luna que entre más anochece más enamora con su brillo y sus amarillos profundos. Me arrullaron las olas de mar Caribe y me despertó una brisa fresca que todavía siento...

Fui a remojar mis pies y mis ojos por última vez al mar... a mi playita... que en estos meses ha sido testigo y cómplice, abrazo y oídos... que ha sido el escenario perfecto, para preparar mi corazón.

Así pues termino una semana -y una etapa- que me sigue dando Vida. Sigue. Ya estoy a un paso... un tanto largo, pero uno. Vuelo un par de días, y estaré en mi nuevo hogar por ahí del Domingo en la mañana...

No tengo más qué decir por ahora, sólo que estoy... y que me voy con la cara en alto y el corazón hinchado de sabrosura, pues el abrazo ha sido apretado y cariñoso.

Gracias por seguir mis pasos y aventuras de San Chente... no sé qué tan frecuentes serán los de Mozambique... pero serán.

Los quiero un montón y aprecio mucho el apoyo y las buenas vibras que TODOS a su manera me han enviado hasta el día de hoy.

PAZ

miércoles, 17 de febrero de 2010

Parto con dolor...

Todo llega a su fin. Todos los caminos llevan a un destino. Todos los días tienen su noche, y todas las noches tienen su amanecer. El tiempo pasa y otro capítulo de este libro se cierra.
Es importante abrazar y dejarse amar por el paraíso... pero también es importante saber decir -con un corazón agradecido: ME VOY.

Ya estoy lista. Esta etapa que para mí ha sido como el vientre materno, está llegando a su parto. Parto con dolor. Parto al nuevo comienzo. Ya el Caribe me abrazó, me dio, me enseñó y me apretó lo que tenía que ser... ahora toca decir ADIÓS con dignidad, hacer mi maleta de nuevo, y volar.

Dice un gran amigo que Vivir es pasar... dejando una estela de Vida que jamás se perderá. Eso me reconforta, eso me recuerda que el Caribe ya va en mi corazón, ya va en mi equipaje y siempre me acompañará... como la Tarahumara, como Chiapas, como tantos lugares y tantas personas que ya son junto conmigo.

Así pues con dolores de parto y algunas complicaciones, me preparo para nacer de nuevo, ahora en un nuevo escenario, con nuevas caras y con experiencias ansiosas por ser vividas. Llegaré como una esponja, como el bebé que de todo se asombra... compartiré esas primeras miradas borrosas... compartiré también los primeros llantos y los primeros pasos. Estoy lista para seguir escribiendo Vida en mi corazón.

Ya quedan unos días, quizás una semana. Mientras con calma y paz preparo mi equipaje del corazón, me sacudo bien la arena, y respiro profundo para el empujón que se aproxima... pues viene lleno de Vida.

Paz a todos...

lunes, 15 de febrero de 2010

De peines y trenzas...

Antes de ponerme sentimental (más...) con las despedidas de la isla... quisiera rescatar algo que para mí fue una revelación y que me encanta.

Ya he hablado de comida, de costumbres, de contoneos y frases vicentinas... les he compartido mis sabores y mis experiencias con una cultura linda y bailadora... pero ahora quiero platicar sobre el cabello.

Así nada más... el cabello, pues aquí en la isla: es todo un suceso. Tal vez algunos de ustedes pensaban que la rasta es para los que no se cuidan el cabello... y sí... pero también NO.
Acá en la isla he descubierto el arte de cuidar el cabello. Un buen amigo que ha estado en África me comentaba hace unas semanas cómo las mujeres africanas pasan horas peinándose... Pues es precisamente esa herencia africana de la que quisiera hoy escribir.

Cada mujer vicentina de cualquier edad, lleva horas de esfuerzos y estirones en su cabeza. Desde bebés empiezan a juntar sus escazos cabellitos y forman trenzas, dreads, coletas...

Ya más grandes es común verlas con trenzas de colores pegadas a la cabeza, fuscias, verdes, rojos, morados... si es víspera del Día de la Independencia... entonces azules, verdes y amarillos como la bandera. Es también típico verlas con el cabello lacio. Se pasan horas en el salón de belleza, utilizando cremas para relajar (hair relaxers) de manera que acaban por meses con sus rizos inquietos, y se pasean con un cabello negro, liso y brillante... precioso.

En todas las farmacias hay un pasillo (o más bien varios) dedicados sólo a productos del cuidado de cabello. Cremas, aceites, shampú especial para desenredar... shampú especial para enredar... Sprays para lavar en seco, ceras para las rastas, ligas, broches, peines, agujas de tejer cabello, redes de todo tipo, gorros te estambre, de nylon... Tintes, pelucas, vitaminas en forma de ampolletas, vitaminas en forma de jalea... podría seguir.

Como pueden ver, me he pasado horas leyendo y observando la infinidad de productos en el mercado para esto del arte del cabello... y es que para mí es fascinante.
Aquí quisiera detenerme y dejar algo más en claro... el cuidado del cabello no es exclusivo de las niñas y mujeres vicentinas: los hombres llevan también horas de esfuerzo.

Al igual que las mujeres, los estilos de cabello de hombre son tan variados como originales. Hay desde el tipo que desde niño le rasuran la cabeza (cada semana aproximadamente) y jamás veremos cabello en su coco. Hay aquellos que ya he mencionado, los rastas... y dentro de esta modalidad hay miles de variantes. Hay rastas originales (o bongos) que son aquellos que tienen una tremenda rasta... gruesa gruesa... hay unos que tienen sólo una... imagínen el grosor... ¡en todo el pelo una rasta! Hay otros que tienen unas cuantas de grosores distintos, y las llevan en esos gorros de estambre rojo, amarillo y verde. Otros llevan rastas hasta en la barba. Muchos se hacen trenzas pegadas a la cabeza, otros sueltas, otros una especie de resortito (divinos)... Hay niños de primaria ya con rastas, niñas de primaria ya con rastas...
Hay ancianos que pareciera que jamás se cortaron el cabello y les llega casi al suelo. Hay rastas artísticas, delgadas y estilizadas de tal forma que se antoja tocarlas... Rastas de colores, en forma de bucles, trenzas de colores, mezclas de trenzas, coletas...

Así pues hay salones de belleza y peluquerías (donde el arte de definir las patillas, contornos y barba... es otra historia) en cada esquina de la capital. Acá en el campo encontramos bolas de mujeres en toalla, sentadas bajo un árbol, un porche o una sombra... durante horas, dando forma y vida a esas cabezas espectaculares. Es como un desfile de colores, donde todos participan y donde todos demuestran su talento.

Me quedo con el entusiasmo... me quedo con el glamour de los cabellos estirados, que significan identidad, porte y horas de estirones y ojos chinitos. Me quedo con el piropo atrevido de un artesano, luego de preguntarle sobre sus rastas (antes de empezar mi proceso, cuando preguntaba a todo mundo) "te invito a mi casa, y nos cuidamos el pelo el uno al otro...".

Yo que creía que la rasta era mi salvación, pues nunca se me dio la peinada... Descubro otra realidad, donde las apariencias engañan y donde la cabeza es el terreno de presencia, protesta, y expresión por excelencia.

Saludos peinados,

PD. Me tuve que negar, jeje, pero me sacó una sonrisa la originalidad del piropo...

domingo, 14 de febrero de 2010

Rastaaaaa!!

Para los que han pedido una foto con la rasta libre...
Sol, arena, agua salada... los mejores ingredientes para que amarren bien...
¡Saludos a todos!

martes, 9 de febrero de 2010

A días...

Un poco de todo pasa en mi corazón a solo DIAS de empezar la nueva historia en Mozambique.

Es difícil poner en palabras lo que la montaña rusa de sentires de las últimas semanas ha traído. Lo que sí puedo decir es que este lugar me deja un sabor exquisito. Esta gente me ha abrazado tanto que me siento lista, me siento llena. Siento que ya he caminado mucho, que he crecido y al mismo tiempo siento que esto solo comienza...

Pero antes de irme estoy. Antes de irme termino acá lo que hay que terminar. Cierro lo que toca y abrazo desde un corazón apachurrado y emocionado, y unos ojos llorositos y contentos, al Caribe fiel.

Hace unos días tuve un diálogo con un buen amigo de acá... y terminaba algo así la conversación... yo diciéndo: "me siento muy contenta porque tu cultura me ha aceptado..." a lo que con una mirada constante respondió: "eso es por que tú aceptaste a mi cultura primero..."
Ni qué agregar... Así es como a días del continente negro, a días del nuevo capítulo.... todavía disfruto de la sabrosura de esta tierra y de su gente bonita. Y así es como ellos me dan el abrazo que siempre hace falta unos minutos antes de partir... el abrazo que nos recuerda que no estamos solos y que aunque cueste harto decir 'adiós', la marca en el corazón ya está hecha.

Rastas casi listas... como yo.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Sin querer queriendo...

Ahora sí que como dijo el chavo...

Resulta que hace unos días fui a la gloriosa capital de San Vicente (Kingstown); esta vez mi visita no era en plan de shopping pues no era Jueves, tampoco es que se me olvidó la carne y tuve que volver por ella... solo fui.

Razones tengo muchas: investigación, visas, rastas... pero aunque no son razones de mucho peso, la neta es que sentía la necesidad de ir... y fui.

Fui aquí y allá. Algunos de mis compañeros me pidieron buscar esto y aquello. Me entretuve mientras veía como un gran reto encontrar la medicina más barata y las manzanas más grandes.

Visité a mi amiga Chawa, a que me viera las pseudo-rastas y me hiciera ajustes... caminé.

Luego como por obra de magia, me encontré con Verona. Mi gran amiga Verona. Ella tiene un puesto en el mercado de las verduras y a ella le compramos cada Jueves. Es un amor de mujer, es increíble. Por primera vez, la ví fuera de 'negocios' y me senté junto a ella en el escalón del mercado.

Just chillin, es la frase por excelencia de este país. Me encanta. Hablamos de todo. A ratos me entraba la prisa absurda y ella con su sonrisa serena sólo me decía... just chill... ¿cuál prisa? ¿a dónde?

Ay... cómo disfruté el rato con ella. Lo único que nos hacía movernos un poco era el Sol, que entrometido en nuestras pláticas profundas quería su parte de atención.

Así pues ya nos recorríamos unos centímetros... hasta que llegamos a la pared... luego nos dio hambre.

Verona me llevó a un mini-puesto de comida local dentro del mercado... De donde salí FASCINADA con mi bolsita negra...


Ahora les explico: Cada Jueves que camino por las calles apretadas de la capital, por eso de las 12 del día, veo como todos llevan su bolsita negra... Dentro de esa bolsita llevan un plato desechable de unicel blanco, del tamaño del de hot-dog, con su tenedor y su servilleta... Se sientan donde pueden y comen con aquel gusto... Tengo cinco meses comprando comida local, pero no la de la bolsita negra... y debo confesar que ¡me moría de ganas!

En ese dichoso platito -ahora por fin lo sé!- la gente lleva: Una cama de arroz blanco cocido con lentejas (mmm...), un poco de ensalada de lechuguita con zanahoria rallada, una rebanada de plátano maduro cocido, una rebanada de camote cocido, una rebanada de Yam (una especie de yuca o raíz de acá) cocida, y mi pedazo de pescado (atún fresco) en una salsa a base de curry... que no tiene abuela.

Ah! y mi jugo local de una flor -tipo la jamaica, pero no- con clavo, jengibre y canela... bien frío.


Bueno, claro que no TODAS las bolsitas traen esto, algunas son con pollo, otras con res... otras varían en el arroz... pero el concepto es ese... es como la comida corrida de todas las fondas que he visitado... solo que esta vez, era yo una más... con mi bolsita negra, sentada en la hielera junto a Verona, degustando uno de los platillos más suculentos que he probado en los últimos meses.


Fue sin querer queriendo... si he planeado este encuentro, seguro no pasa. La vida de la escuela es absorbente, y este tiempo de despedida es complicado... y sin querer queriendo, los espacios y los tiempos se formaron de tal manera que Verona y yo compartimos de lo lindo.

Destellos de Vida en este caminar, encuentros mágicos que le recuerdan a uno, que aún cuando las despedidas son tristes... siempre vale más haber estado aquí... y eso es una bendición.