Resulta que hace unos días fui a la gloriosa capital de San Vicente (Kingstown); esta vez mi visita no era en plan de shopping pues no era Jueves, tampoco es que se me olvidó la carne y tuve que volver por ella... solo fui.
Razones tengo muchas: investigación, visas, rastas... pero aunque no son razones de mucho peso, la neta es que sentía la necesidad de ir... y fui.
Fui aquí y allá. Algunos de mis compañeros me pidieron buscar esto y aquello. Me entretuve mientras veía como un gran reto encontrar la medicina más barata y las manzanas más grandes.
Visité a mi amiga Chawa, a que me viera las pseudo-rastas y me hiciera ajustes... caminé.
Luego como por obra de magia, me encontré con Verona. Mi gran amiga Verona. Ella tiene un puesto en el mercado de las verduras y a ella le compramos cada Jueves. Es un amor de mujer, es increíble. Por primera vez, la ví fuera de 'negocios' y me senté junto a ella en el escalón del mercado.
Just chillin, es la frase por excelencia de este país. Me encanta. Hablamos de todo. A ratos me entraba la prisa absurda y ella con su sonrisa serena sólo me decía... just chill... ¿cuál prisa? ¿a dónde?
Ay... cómo disfruté el rato con ella. Lo único que nos hacía movernos un poco era el Sol, que entrometido en nuestras pláticas profundas quería su parte de atención.
Así pues ya nos recorríamos unos centímetros... hasta que llegamos a la pared... luego nos dio hambre.
Verona me llevó a un mini-puesto de comida local dentro del mercado... De donde salí FASCINADA con mi bolsita negra...
Ahora les explico: Cada Jueves que camino por las calles apretadas de la capital, por eso de las 12 del día, veo como todos llevan su bolsita negra... Dentro de esa bolsita llevan un plato desechable de unicel blanco, del tamaño del de hot-dog, con su tenedor y su servilleta... Se sientan donde pueden y comen con aquel gusto... Tengo cinco meses comprando comida local, pero no la de la bolsita negra... y debo confesar que ¡me moría de ganas!
En ese dichoso platito -ahora por fin lo sé!- la gente lleva: Una cama de arroz blanco cocido con lentejas (mmm...), un poco de ensalada de lechuguita con zanahoria rallada, una rebanada de plátano maduro cocido, una rebanada de camote cocido, una rebanada de Yam (una especie de yuca o raíz de acá) cocida, y mi pedazo de pescado (atún fresco) en una salsa a base de curry... que no tiene abuela.
Ah! y mi jugo local de una flor -tipo la jamaica, pero no- con clavo, jengibre y canela... bien frío.
Bueno, claro que no TODAS las bolsitas traen esto, algunas son con pollo, otras con res... otras varían en el arroz... pero el concepto es ese... es como la comida corrida de todas las fondas que he visitado... solo que esta vez, era yo una más... con mi bolsita negra, sentada en la hielera junto a Verona, degustando uno de los platillos más suculentos que he probado en los últimos meses.
Fue sin querer queriendo... si he planeado este encuentro, seguro no pasa. La vida de la escuela es absorbente, y este tiempo de despedida es complicado... y sin querer queriendo, los espacios y los tiempos se formaron de tal manera que Verona y yo compartimos de lo lindo.
Destellos de Vida en este caminar, encuentros mágicos que le recuerdan a uno, que aún cuando las despedidas son tristes... siempre vale más haber estado aquí... y eso es una bendición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario