Hoy es un buen día para detenerme y hacer inventario de lo que ha sido hasta hoy: vivir en un país tan distinto al mío, en una academia tan diversa, y con gente que no conocía hace casi cuatro meses -y que ahora son confidentes, amigos, y algunos sólo compañeros...
Debo confesar que mis primeros minutos en San Vicente fueron un shock. Llegar a ese aeropuerto diminuto, en mal estado, de noche... fue difícil. Gracias a Dios -que nunca me olvida- me encontré con una mujer linda en mi vuelo. Ella me platicó mucho sobre la cultura -está casada hace cinco años con un Vincy (De Georgetown, noreste de la isla que da al Atlántico) y tiene dos gemelitas maravillosas de cuatro años. Ella es blanca, y me contó desde su experiencia cómo interpretar muchas cosas... lo cual fue un aliviane. Pero la verdad es que a la hora de la hora... el encontronazo con otra cultura, otra raza, otro sentido del espacio, otro TODO... me asustó.
Hoy me río, pues eso fue cambiando... hoy veo más allá de la cultura y el color... hoy veo más las miradas y las sonrisas; los corazones de oro que he tenido la dicha de conocer. Ayer precisamente me dí una escapada en Kingstown para tomarme un licuado de fresa (¡guau! cómo extrañaba...) y me senté a observar... Después de un rato me dí cuenta que ya no veo el color, y que el hecho de ser la única blanca en el transporte público o en una cafetería... ya es cotidiano y trivial... me siento bien. Sigo aprendiendo de ellos claro, sigo interesada en conocerlos más... pero ahora desde un punto más horizontal... sin sentirme menos por ser diferente... y eso es delicioso.
Recuerdo también que mi llegada a la academia fue otro shock. Un lugar enorme en medio del paraíso, me sentía como en otro país... fuera de San Vicente (y sí... la vida aquí no es como en el resto de la isla). Todo nuevo, todo distinto... colores, olores, espacios, comida, mascotas, calor... mucha información. Llegué como una esponja tratando de asimilar y absorber cada detalle rápidamente... y la verdad ese proceso fue ágil y sin mucha turbulencia. En pocos días me sentía de aquí y ya conocía todos los rincones de la escuela, conocía las mascotas, los jardínes, la playa, los vecinos... ¡ya hasta me andaba posicionando en el top 3 de los chefs! -aunque me duró muy poco la euforia...
Pero luego la gente. Eso fue, es y será siempre un tema más complicado... Esta dinámica internacional se pone difícil cuando hay que hacer cosas juntos y cada quien tiene su forma de hacerlas... Luego la comunicación que uno cree que es efectiva, el otro la ve como absurda; el simple sentido común... que confirmo: NO ES COMÚN. Es increíble cuán particular es el sentido... ¡nada de común! Y también en este tema creo que he crecido. Creo que al principio mis reacciones eran más defensivas, me tomaba más en serio las actitudes de los otros, prejuicios... Ahora me la llevo más suave. He tratado de limpiar los prejuicios con los demás y conmigo... me falta mucho camino por delante; pero creo que hasta hoy ha sido bueno.
Así pues creo que estos casi cuatro meses han sido de ganar. Ganar experiencias, aprender a esperar, a buscar, a sembrar... Ganar confianza, amigos, ganar dignidad... Ganar perdiendo en algunas ocasiones, ganar intentando y capitalizando cada detalle. Ganar cambiando...
Tengo cierta sensación como de estar a la expectativa hacia mi próxima visita a casa... Ya siento la ñañara. Será que me siento distinta... me siento cambiada. Será que soy la misma... como el río que es siempre el mismo... pero no LO MISMO. Será que me bajo del avión y me asusto con tanto blanco... ¿Será?
De lo que estoy segura es que los abrazos son siempre igual de buenos... esos no cambian. Y ya me hacen falta; ya se requiere tocar base y regresar a mi raíz, para renovar energías... porque luego viene lo bueno: Africa. Pero esa es otra historia...
Por ahora les mando un abrazo lleno de recuerdos, de presentes y de sueños. Les envío algunos de mis últimos colores de Caribe de este año... y les invito a celebrar; es un buen momento para celebrar todo lo que hemos ganado, lo que hemos caminado, lo que hemos reído y lo que nos ha dolido... porque todas estas cosas nos recuerdan que estamos VIVOS... y qué mejor que ahora para celebrar la VIDA; si nos han regalado un año más, completo, lleno de bendiciones, ¡lleno...!
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