El sábado pasado, tuvimos la dicha de visitar a los chicos del orfanato San Benedicto en Georgetown (north winward). Este lugar está casi a la misma altura de nuestra escuela (geográficamente hablando), pero del lado este de la isla. De hecho la subida al volcán de aquel lado es más corta y sencilla.
Este orfanato tiene una historia difícil y diversa. Empezó como un hospital infantil y evolucionó en lo que ahora es: una casa para niños olvidados por sus padres, algunos enfermos físicamente, y casi todos enfermos de soledad.

Hace un par de semanas, Isabela (mi compañera de cuarto) y yo, nos aventuramos hacia aquél lado de la isla pues habíamos escuchado que el orfanato estaba en condiciones difíciles y tal vez requerirían nuestra ayuda en algo. Así que sin saber bien a bien a dónde ibamos, nos trepamos a la van (nuestro transporte público) rumbo al sur a Kingstown (capital), y de ahí a otra van hacia el norte, del lado del Atlántico... rumbo a Georgetown. En cada tramo se hace aproximadamente una hora (dependiendo del chofer... a veces menos). Llegamos a donde la van da vuelta en 'U'... es decir: se acabó el camino, se acabó la isla... así que nos bajamos.
Aquello era como un pueblo fantasma... Descubrimos que el otro lado de la isla es muy distinto. Geográficamente hay más superficies planas... lo cual permite que haya carretera más ancha y en mejores condiciones... hacía mucho que no veía un velocímetro subir de 60km/hra!!! Cuando en una recta rebasó los 100km/hra... nos volteamos a ver Chabela y yo y no dejabamos de sonreír de felicidad. Llega uno a valorar hasta eso, en estos rumbos.
Total, no había nadie. Preguntamos y nadie sabía dónde era el dichoso orfanato... así que caímos en la cuenta que nos habíamos pasado de pueblo... pero no mucho. Caminamos hasta que preguntando dimos con el lugar.
Platicar con la religiosa encargada (que está sola en el proyecto) fue duro. Empezamos poco a poco a ver las carencias del lugar, del ambiente... de ella... su necesidad de ser escuchada, su desesperación. Nos tuvo tres horas sin parar de hablar... brincaba de un tema a otro, de una historia a otra... no sabía por dónde empezar y ciertamente cómo terminar... Así que al final llegamos a la conclusión de que le ayudaríamos un sábado a limpiar a fondo todo el lugar. A tallar con cloro y amonia... baños, pisos, paredes... cocina.. todo... a matar bacterias.
Y así pues el sábado pasado llegaron por nosotros y los 17 fuimos al otro lado de la isla para ponerle acción. Nos separamos en equipos: unos estuvimos en los baños, otros en los dormitorios, cocina, otros jugando con los niños [son solo nueve; tres con Parálisis Cerebral severo (Rafique, Shanique y Arian), un autista, Kevin... un alvino (Adam)... Gary, Kamal, Aneisha y Jurani estan bien físicamente pero al igual que los demás, viven una realidad difícil y son adolecentes casi todos... lo que complica la cosa].
Estuvimos toda la mañana y el lugar finalmente quedó rechinando de limpio. La experiencia fue fuerte para todos, pero muy positiva. Aprendímos muchísimo de los chavos y abrimos una puerta con la hermana, para poder seguir ayudándonos mutuamente en el futuro. Algo que descubrimos y que considero fantástico es que algunos de los chicos han aprendido a tocar las percusiones y el famoso steel pan, que es un instrumento caribeño originario de Trinidad y muy común por acá.

Creo que desarrollar la hablidad de hacer música les salva la Vida a estos chiquitos. Ayer los ví afuera de la oficina postal en Kingstown, tocando villancicos... son excelentes artistas... y nos dimos un abrazo Navideño con mucho cariño.
Una buena actividad próximos a terminar el año... esa de limpiar. Sacar todo lo que nos sobra, lo que nos hace daño... matar las bacterias y quedar oliendo a limpio. Un buen signo de empezar frescos un año nuevo... de empezar en las mejores condiciones y con la disposición... de entrarle con TODO.
Prometo fotos del orfanato en las próximas horas/días...
¡¡¡¡SALUDOS!!!!
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